Justicia, Transparencia y Derechos Humanos

La desaparición del gendarme argentino Nahuel Gallo en Venezuela expone los límites de la diplomacia, el derecho internacional y la acción regional frente a regímenes autoritarios. Mientras crece la autocratización en Latinoamérica, la incapacidad para garantizar su aparición con vida refleja un sistema de protección ineficaz, sin mecanismos reales de coercibilidad, y pone en jaque la salud de las democracias del continente.

7 de Agosto 2025

La desaparición de un argentino en Venezuela desnuda el débil estado de la democracia en la región

Artículo

Escrito por Ian Escobar

Foto: Beatrice Murch

El caso

Desde su desaparición el 8 de diciembre de 2024, el caso del gendarme argentino Nahuel Gallo ha desatado una intensa movilización diplomática y legal. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿es suficiente lo que se está haciendo para garantizar su aparición con vida? ¿siquiera existen los medios para realizar el objetivo? Estas preguntas son importantes porque el mundo se está volviendo cada vez más conflictivo; más importante aún, Latinoamérica se ha ido moviendo gradualmente hacía un periodo de inestabilidad y autocratización de sus regímenes políticos. Esta combinación lleva a un jaque peligroso en el que la región no dispone de los medios para intervenir efectivamente en estas circunstancias y, a su vez, no puede depender de la acción internacional debido a que las principales potencias viran su atención a otras regiones del mundo.

Tomas de posición

En el plano estatal, el gobierno argentino ha asumido una postura activa. Presentó denuncias formales ante la Corte Penal Internacional (CPI) por desaparición forzada y crímenes de lesa humanidad, se movilizó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y exigió medidas cautelares urgentes, denunciando a Venezuela como un "Estado criminal".

Por su parte, organizaciones de la sociedad civil como Amnistía Internacional, el FADD, Defiende Venezuela o Human Rights Watch han visibilizado el caso mediante informes, presentaciones ante ONU y la CIDH, y reclamos por acceso a la defensa legal de Gallo. La OEA y su Secretario General Luis Almagro también calificaron la detención como un crimen de lesa humanidad. Llama la atención, sin embargo, el silencio de otras organizaciones de Derechos Humanos que son usualmente muy activas ante este tipo de casos como el CELS o Abuelas de Plaza de Mayo.

Un sistema internacional impotente

A pesar de esta red de acción internacional de organizaciones de la sociedad civil, el gendarme argentino sigue sin paradero conocido, lo que expone la ineficacia de los marcos vigentes para responder en tiempo real a violaciones extremas de los Derechos Humanos.

La dinámica política que rodea el caso no puede ignorarse. Venezuela ha respondido con hermetismo y propaganda: acusó a Gallo de ser parte de un plan de espionaje y terrorismo, supuestamente enviado por el gobierno argentino para desestabilizar al chavismo. Se trata de una lógica de "diplomacia de rehenes", en la que el Estado venezolano retiene a ciudadanos extranjeros como fichas de negociación. Siendo el caso del gendarme uno de las docenas de casos de secuestro y desapariciones de ciudadanos extranjeros por parte del régimen presidido por Nicolás Maduro.

En conclusión, el caso de Nahuel Gallo muestra que la acción estatal e internacional ha sido vigorosa en lo formal, pero insuficiente en lo práctico. Revela el vacío entre el derecho internacional proclamado y su aplicación efectiva; la CPI y la CIDH pueden emitir comunicados y medidas cautelares, pero carecen de mecanismos coercitivos rápidos para garantizar la vida y la libertad de personas en riesgo. También, pone en evidencia que las democracias latinoamericanas atraviesan un momento frágil, donde la lógica autoritaria no solo está presente en regímenes como el venezolano, sino que también enfrenta a los organismos internacionales con su propia impotencia.

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